Seguidores

miércoles, 14 de mayo de 2014

Este jueves... en el patio



TORO VUELVE AL PATIO 

Vivo en una corrala. Es una corrala de las antiguas. Nuestras puertas dan a un patio donde los vecinos colocamos las plantas. Hay plantas de muchos tipos y colores. El color que predomina es el verde, con muchas flores rojas, blancas y amarillas. El amarillo es el color de las paredes del patio. Es un amarillo albero. El albero es la tierra de las plazas de toros. Una cabeza de toro preside el salón de la taberna que tenemos junto al portal de nuestra corrala. 

La corrala tiene un patio con puertas, vecinos, plantas, colores, amarillo albero, portal y taberna con cabeza de toro. 

El toro ya no está porque cerró la taberna. El amarillo albero se perdió en el tiempo. Los colores se fueron cuando murieron las plantas. Las plantas murieron cuando se fueron los vecinos. Los vecinos se fueron y les rompieron las puertas. 

El patio ya no es patio porque la corrala dejó de ser corrala. El patio de la corrala espera. Espera que vuelvan la cabeza de toro y la taberna, el amarillo albero de sus paredes, los colores de las plantas y sus vecinos. Vecinos que vuelvan a poner sus puertas. 

Toro vuelve al ruedo. A tu albero florido. Que sin toro no hay vecinos, y sin vecinos no hay puertas, y sin puertas no hay corrala. Sin corrala no hay patio. Toro vuelve. Vuelve al patio. 


Alberto Villares


Tienes muchas más historias sobre patios en el hogar de María José Moreno

jueves, 1 de mayo de 2014

Este jueves... de crisis



EL LIENZO BLANCO 

Se quedó mirando el lienzo en blanco. Tenía una blancura tal que le producía vértigo. Había tenido crisis creativas en otros momentos de su vida pero ninguna como ésta. Salió corriendo de la habitación que le había visto crecer como artista. Cogió sus pinceles y, en un ataque de ira, los partió. Se tiró a suelo, pataleó y lloró como si de un niño se tratara. 

Al rato, se asomó con mucha precaución por el marco de la puerta, y allí seguía el lienzo totalmente inmaculado, sin nada. Pensó en tapiar la puerta y ventanas de aquella habitación. Sí, tal vez emparedándolo acabaría con aquella crisis creativa que se convertía en crisis existencial. Desechó la idea de tapiar la habitación, por aquello de ser la esperanza lo último que se pierde. 

Pasaron los días y, una mañana, una mosca se posó en el centro del lienzo. El artista la miraba entre lágrimas y sollozos. Le asombró el contraste de aquel insecto sobre el lienzo blanco. La mosca se marchó pero estuvo lo suficiente para animar al artista a buscar un carboncillo. Su mente bullía de imaginación, de asombro, ¡de ahora o nunca! Volvió a dibujar a la mosca en el mismo lugar donde estaba, y esta dentro de otra más grande, y la más grande dentro de otra aún más grande. Y así, hasta que no tuvo más espacio en el lienzo que, nunca más, volvió a ser blanco. 


 Alberto Villares


Tienes otras crisis para disfrutar en el blog de Pepe.