MI ABRIGO Y YO
Usted perdone señora, que con el abrigo tan grande que llevo siempre voy molestando a todas partes. A veces me dicen, medio en broma, que debería pagar dos asientos en lugar de uno, que si mi abrigo es tan grande como una persona también se aprovecha del servicio de este tren. ¿Qué le parece señora? ¡Un abrigo con rango de persona! Si supieran la cantidad de aventuras que hemos pasado juntos mi abrigo y yo. Nunca me lo quito, es mi protección. ¡Incluso en verano me mudo a Noruega! ¿Qué le parece señora? ¡Señora!
POR UN PAJARITO
Cogimos el primer tren de la mañana sin imaginar lo que ocurriría. La cara somnolienta de siempre y el mismo ritual. Alguna vez nos habíamos sentado el uno frente al otro. No la conocía de nada pero la deseaba. Mirábamos cómo el sol salía por el horizonte. En la siguiente parada, entre los viajeros, entró volando un pajarito. Se movía rápido y le seguíamos con la mirada. El animalito nos hizo intercambiar una sonrisa. Parece un petirrojo, dije yo. Parece más un herrerillo, dijo ella. En la siguiente parada el pajarito se marchó. Nos encanta recordarlo.
Alberto Villares.
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