UN REGALO PEQUEÑITO
Hace treinta años me hicieron un regalo estupendo. Era pequeñito. Muy pequeño. Tan pequeño que tuve que usar una lupa para verlo.
Mi padre me explicó que algo en apariencia tan insignificante acabaría por cambiar el mundo. Decidí enterrar mi regalito en medio dela plaza del pueblo, tal como me dijo mi padre. La primera vez usé un dedal del costurero de mi madre para regarlo. Más adelante usé un vaso de madera que había tallado mi abuelo. Después fue necesario usar una cantimplora que me prestó un buen amigo. Llegó un día en que tuve que protegerlo con una malla metálica para que no se lo comiera el ganado.
Los vecinos me preguntaban qué era aquello que cuidaba con tanto mimo. Yo les respondía que era algo que acabaría cambiando el mundo.
Los años fueron pasando y el regalo que me hizo mi padre cada vez tenía más personas que se preocupaban por sus cuidados. No era para menos, pues todos los vecinos confiaban en que aquel arbolito acabaría cambiando el mundo, tal y como yo les había dicho años atrás.
Hoy, como todos los días, volveremos a sentarnos a su sombra mientras discutimos qué podríamos hacer para cambiar el mundo. Y algo me dice que mi padre tenía razón cuando me hizo aquel regalo tan pequeño hace ya más de treinta años.
Hoy, como todos los días, volveremos a sentarnos a su sombra mientras discutimos qué podríamos hacer para cambiar el mundo. Y algo me dice que mi padre tenía razón cuando me hizo aquel regalo tan pequeño hace ya más de treinta años.
Alberto Villares.
Tienes más regalos especiales en casa de Judith
Muchas gracias Judith:
Muy bonito tu texto.
ResponderEliminarFeliz Navidad!!!!
¡Qué bonito!
ResponderEliminarOjalá que de esas conversaciones salga la paz para todos.
Felices Fiestas.
Interesante esta historia de regalos. Más regalos como ese pueden atenuar el cambio climatico. Y así cambiar el mundo.
ResponderEliminarSi al final va a resultar que los padres tenían razón en lo que nos decían :)
ResponderEliminarBonito regalo!!
Un beso y Feliz Navidad!!
Relato muy lindo y sabiduría de padres.....¡felicidades amigo Alberto!
ResponderEliminarNo sé si un árbol tiene la facultad de cambiar el mundo, pero sin lugar a dudas, tiene la facultad de cambiar a quien lo planta y se preocupa porque crezca. Lo dota de valores como la paciencia, la constancia, el amor a la naturaleza, etc. Los árboles desde siempre han estado presentes en la vida del hombre y han sido testigos mudos de multitud de acontecimientos.
ResponderEliminarFeliz Navidad.
No me cabe la menor duda de que tu padre tenia toda la razón. Un regalo al que le cuesta 30 años de crecimiento, ha de ser por esto mismo un regalo muy importante. Muy bonito y ejemplarizante relato.
ResponderEliminarSaludos muy cordiales.
Hay que tener mucha paciencia para que algo cambie, se llenaría el cosmos de semillas crecidas y ni las generaciones venideras percibirían nada especial.... bueno, hemos pasado de los pregoneros a google...
ResponderEliminarUn abrazo, Alberto.
Un árbol, y la vida bajo sus ramas. Fue sabio tu padre y tu regalo, tierno hasta decir basta.
ResponderEliminarSaludos
Hola!!
ResponderEliminarLa verdad que un pequeño regalo que a sabido dar muy bien sus frutos o mas bien su sombra, ojala hubieran mas regalos de ese estilo.
Gracias por participar!
Besos
Una linda historia, que enseña, que el valor de las cosas no va en el tamaño. Por otro lado, el valor también puede ser subjetivo. Hay que tomar en cuenta que todo depende de cómo miremos o interpretemos las cosas. Creo que muchas personas, sentadas bajo la frondosa copa de ese árbol, intercambiando ideas y propuestas para cambiar el mundo, o al menos mejorarlo, es un regalo maravilloso.
ResponderEliminarBesos! Y desde ya, muchas felicidades!
Gaby*
Un regalo maravilloso que representa y es vida. Verlo crecer, hace que el recuerdo permanezca siempre con nosotros. Me gustó mucho leerte es emotivo y tierno tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo y mis mejores deseos en esta navidad para vos.
Muchisimas gracias por vuestros comentarios siempre tan enriquecedores. Siento que mis textos salgan tan comprimidos, intentaré resolver ese problema de edición. Os deseo unas Felices Fiestas y nos vemos de nuevo dentro de muy poquito. Besos y abrazos
ResponderEliminarAlberto.
Un regalo en apariencia insignificante, pero que durará toda tu vida. Ciertamente tu padre tenía razón. Ojalá bajo su sombra surjan ideas positivas e interesantes.
ResponderEliminarUn beso y muchas felicidades!
La verdad es que tenía razón, porque las cosas y los gestos pequeños son las que cambiar el mundo.
ResponderEliminarUn abrazo
Me parece una metáfora preciosa de que todos podemos hacer pequeñas cosas que pueden llegar a convertirse en grandes y por qué no, cambiar el mundo...Suena a algo utópico pero...no parece imposible también que algo diminuto se convierta en algo tan grande que consiga cobijar a todos? Me ha gustado mucho tu relato, tan lleno de esperanza...
ResponderEliminarMuchos besos y Feliz Navidad!
Es hermoso eso de regalar plantas para cuidarlas y verlas crecer...y un árbol...más aún!
ResponderEliminarUn abrazo
Me gusta mucho esa fe del protagonista, como también la de sus vecinos. Y como lo resuelves, el árbol no cambia de por sí el mundo, pero ayuda a cambiarlo. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy bonito el regalo y el relato. Y sobre todo, un regalo compartido con los demás ¿se puede pedir más?
ResponderEliminarBss.
Hay un regalo esperandonos: un año nuevo para escribir todo lo que alma nos dicte.
ResponderEliminarVaya para ahí unn fuerte abrazo y muchas cosas buenas para vos.
Muy bonito!
ResponderEliminarFeliz Navidad, feliz año nuevo y feliz día a día.
mar