SU OJITO DERECHO
Los tiempos cambian y ya no se lleva ser celoso. Ahora lo que se lleva es ser condescendiente con las amistades de tu pareja. El respeto por el espacio del otro. Asumir que nuestra pareja tiene derecho a tener cierta vida privada. Asumir que nosotros también tenemos el derecho, y la obligación, a tener cierta vida privada. Todo esto son cosas que están muy bien; pero siempre queda la duda sobre quién es realmente nuestro ojito derecho.
Todas las mañanas Julia saca a pasear a nuestro perrito Bruno por el parque (un chucho escandaloso). A veces me pregunto porqué yo sólo necesito quince minutos para bajar a Bruno y ella toda la mañana. Nunca la pregunto. Por lo de la cierta vida privada que os comentaba antes.
En cierto modo me encanta que se tire toda la mañana con Bruno en el parque, porque así yo puedo chatear toda la mañana con Ángela. Sí, no os lo he contado pero tengo amante. Se llama Ángela y la conocí en una web de contactos para maridos infieles.
Todo iba como la seda hasta que cierto día Julia me habló de Sergio. Es un chico muy divertido, tiene un precioso golden retriever y no te puedes imaginar qué malas experiencias ha tenido en la vida con las mujeres –me cuenta mientras comemos, como si el tal Sergio fuera de mi interés.
Cierto día, Julia bajó a dar una vuelta por el parque, pero sin Bruno. Aproveché para chatear compulsivamente con Ángela. Las horas pasaban, Julia no regresaba y Bruno estaba a punto de mearse en el parqué. Lo bajé, fumé nervioso y al terminar el cigarrillo lo lancé con tan mala suerte que le acerté al pobre Bruno en su ojito derecho. Ahora es un perrito tuerto.
Alberto Villares.
Tienes más celosos en casa de Pepe.
Y las horas pasaban y pasaban...donde las dan las toman, pero eso no gusta, jejejje. !pobre perrito tuerto!. Muy buena propuuesta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si es que no se pueden tener celos, que luego lo paga quien menos culpa tiene: Bruno.
ResponderEliminarSi, en este cuento las consecuencias las paga el perrito, otras los hijos, otras los/as amantes...
EliminarUn saludo
Debe ser porque el perrito prefería que lo pasee Julia. Lo cual revela que tenía algo de intuitivo, porque no merecía perder un ojo. Pobre perro.
ResponderEliminarSiempre he pensado que amamos desde la libertad de amar y que es hermoso que dos personas libres, decidan estar juntos desde esa capacidad de elección. Evidentemente corremos el riesgo de que en uso de esa libertad algún día uno de los dos o los dos como en el caso de tus protagonistas se enamoren nuevamente. No entiendo ese tipo de celos, precisamente por lo que tienen de posesivos. Nadie pertenece a nadie.
ResponderEliminarPobre Bruno, que es el que ha pagado el pato.
Gracias por tu aportación.
Un abrazo.
Rompamos una lanza por la libertad de todas las personas. Porque las "esposas mentales" desaparezcan. Porque cada persona sea libre de sus propias decisiones. Un abrazo Pepe. Buena convocatoria.
EliminarBuenísimo tu relato Alberto. Con buen sentido del humor y connotaciones de sarcasmo bien manejado.
ResponderEliminarA pagarlo el pobre perro. Chico, qué imaginación. Bravo.
ResponderEliminarUn cafelito.
Aquí está toda la hipocresía del mundo, y una pena que lo pagara el pobre perrito.
ResponderEliminarUn abrazo
La cruda realidad: Haz lo que yo diga pero no lo que yo haga. Como dice la canción. Un abrazo
EliminarYo creo que no fue mala suerte que le acertaras a Bruno en el ojo derecho sino que lo hiciste intencionadamente porque gracias a él Julia conoció a Sergio, y en el fondo no eras tan condescendiente con la vida privada de tu pareja aunque si con la tuya.
ResponderEliminarDa para reflexionar mucho tu relato. Muy bueno.
Un beso
Como se suele decir, vemos la mota en el ojo ajeno y no vemos la paja en el propio. Un fuerte abrazo Charo
EliminarEl menos culpable de toda la historia es el que ha pagado el pato. A pesar de todo en ese país de ciegos el tuerto es Bruno.
ResponderEliminarUn abrazo.
La ceguera de quienes ven perfectamente pero se niegan a ver. Y acaba pagando quien lo ve todo pero no puede hablar. Un saludo
EliminarCreo que el ojito tuerto de Bruno, me ha dejado patitiesa! Esta vida moderna, llena de libertades y libertinaje... y el pobre perro en el medio, qué culpa tendrá no?
ResponderEliminarOriginal relato.
Besos!
Gaby*
Podría decirte que a cada cual le toca lo que se merece, conforme a la vida que están dispuestos a llevar. Lástima que el perrito no tenga elección y deba soportar los asuntos de la pareja.
ResponderEliminarUn beso:
Jime
Lo peor de esta historia es el final del perro que queda tuerto, por lo demás es la vida misma, en más de un hogar se viven estas cosas aunque no se sepan.
ResponderEliminarUn abrazo.
En el texto asoman realidades que deberían hacer que el drama fuera menos drama. Me viene a la mente aquello de: "la paja en el ojo ajeno..."
ResponderEliminarBuena caricatura la de Bruno, sirve para desviar culpas.
Buen relato
Abrazos
Este señor parece que solo ve la paja en el ojo ajeno y no en el propio. Me parece bien que haya experimentado en su ser lo mismo que él le hacía a su esposa.
ResponderEliminarRespecto a lo del espacio privado para cada cual, me parece bien, siempre que se llene con "cosas" que no salpiquen al compañero.
Bss.
Efectivamente, aunque tampoco se trata de indagar sobre quién fue infiel primero sino por qué acabaron buscando fuera lo que se supone que deberían tener dentro. Un beso
EliminarAl final lo pagó el perrito. Jo. :(
ResponderEliminarMuy original tu relato Juan. Me ha gustado el enfoque que le has dado.
Besos.
Ayyyyy madre, que te he cambiado de nombre!!! O__O
EliminarDisculpa mi despiste, Alberto.
GLUPS!!!
Vaya final, jajá, esperaba otro final, en esta historia en que parece que todos tienen que callar algo, salvo el pobre Bruno., que mira como termina ...
ResponderEliminarAbrazo.
Bruno no es más que los daños colaterales de la dejadez de esta pareja. Lo importante no era él, más bien la excusa para uno y para otro...
ResponderEliminarUn abrazo!!