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sábado, 28 de febrero de 2015

Este jueves... una canción

BUTCH CASSIDY AND THE SUNDANCE KID


Este jueves, nuestro amigo Juan Carlos, en su blog ¿Y qué te cuento? nos propone escribir sobre alguna canción que haya tenido algún significado en nuestras vidas. Nunca me había parado a pensarlo pero, la famosa Raindrops Keeps Fallin´ on My Head (gotas de agua siguen cayendo en mi cabeza) que acompañó a la película Dos Hombres y un Destino, (en aquella época y aún ahora, los españoles no éramos capaces de leer su verdadero título, que es el de esta entrada, y hubo que buscar algo más cercano) es todo un alegato en favor de la búsqueda de la libertad.

La amistad entre Butch Cassidy (Paul Newman), Sundance Kid (Robert Redford) y Place (Katherine Ross) así como su amor a la libertad, queda patente en multitud de imágenes del film. Y, como en la vida misma, la libertad acaba por ser doblegada por la ley, en ocasiones injusta. 

De las estepas del lejano oeste norteamericano, en el mismísimo estado de Wyoming, hasta el cono sur, pasando por Buenos Aires y acabando sus andanzas en territorio Boliviano (como más tarde el mismísimo Che Guevara), su libertad recorrió el mundo sin conocer fronteras. Estos dos hombres, Butch y Longabauth (Paul Newman y Robert Redford) encontraron su destino final: la muerte. 

Place (Katherine Ross), la compañera de ambos pues, en efecto, parece haber un lazo afectivo y amoroso entre los tres protagonistas, fue más previsora y marchó a norteamérica antes de tan fatídico desenlace.

Os dejo el enlace para que lo disfrutéis, y una mera traducción cuya letra te hace pensar. Al menos a mí.



Traducción al español, un tanto simplón:

Gotas de lluvia siguen cayendo en mi cabeza
Y como el hombre cuyos pies son muy grandes para su cama
Nada parece encajar
Esas gotas de lluvia caen en mi cabeza, siguen cayendo

Así que hablé con el sol
Y le dije que no me gustaba la manera en que hacía las cosas
Se quedó dormido en el trabajo
Esas gotas de lluvia caen en mi cabeza, siguen cayendo

Pero hay cosas que sé
La tristeza que esas gotas me hacen sentir, no me vencerán
No pasará mucho tiempo para que la felicidad venga a saludarme

Gotas de lluvia siguen cayendo sobre mi cabeza
Pero eso no significa que mis ojos enrojezcan pronto
El llorar no es para mí
Porque no voy a parar la lluvia quejándome
Porque soy libre
Nada me preocupa

No pasará mucho tiempo para que la felicidad venga a saludarme

Gotas de lluvia siguen cayendo sobre mi cabeza
Pero eso no significa que mis ojos enrojezcan pronto
El llorar no es para mí
Porque no voy a parar la lluvia quejándome
Porque soy libre
Nada me preocupa

sábado, 14 de febrero de 2015

Este jueves... Máquina del tiempo



PRESIONE EL BOTÓN AZUL 

Por fin he experimentado mi primer viaje en el tiempo. No ha sido lo que yo esperaba pero ha sido bueno, y breve. Dos veces bueno, como se suele decir. 

La compré en las rebajas. Estas navidades se han vendido como churros. Conocer a Cervantes era demasiado tentador. Me trajeron la máquina a casa y se llevaron los embalajes. Todo un detalle por su parte. Al principio me sentí un poco ignorante con tantos botones, colores y pantallitas. Al final me armé de valor y me metí en la máquina. Escribí su nombre completo: 

M I G U E L D E C E R V A N T E S S A A V E D R A

, y presioné el botón rojo central. 

La máquina comenzó a girar por dentro como si fuera una turbina. Con tantas vueltas a mi alrededor empecé a marearme. Una voz robótica me ordenó que cerrase los ojos durante unos segundos. Un pitido, como el de un microondas, me avisó que el proceso ya había terminado. 

Abrí los ojos y allí estaba, ¡el mismísimo Miguel de Cervantes! El habitáculo era pequeño y allí estábamos los dos frente a frente. Él, con barba refinada y pomposa gorguera blanca en el cuello. El resto de su vestimenta era negra y, por pantalón, llevaba unas polainas que le daban cierto aspecto de ave zancuda. Yo, en pijama. 

Su mirada era inquisidora, mortecina y sobria. No decía nada, tan solo me observaba como preparándose para espetarme una especie de reprimenda. De repente, para mi sorpresa, rompió su silencio: 

“Qué cansinos que son ustedes, déjenme en paz, por favor. ¿Sabe con cuántas personas me he encontrado esta semana? Con dos al día, y, en ocasiones ¡hasta con cuatro! Se lo suplico, presione el botón azul, ése de ahí arriba, y devuélvame a mi casa. Ya no puedo más”.

Un sentimiento humanitario y su mirada triste me animaron a obedecerle. Presioné el azul, me dijo “adiós”, le dije “un placer”, y desapareció. 

Lo tuve claro: no hacer a los demás lo que no me gustaría que me hiciesen a mí. Por eso, llamé al centro comercial y les pedí que volvieran a por la máquina. Tenía un defecto de fábrica: que en lugar de transportar del presente al pasado, transportaba del pasado al presente. 

Cuando entró el comercial en casa para llevarse aquel trasto, me dijo, algo desafiante, que la culpa era de nosotros los compradores. Que en la letra pequeña de las instrucciones lo dice bien claro: la máquina no te lleva al pasado sino que te lo trae a tu casa. Pensé en el pobre Cervantes y en el resto de personas que ya no estuvieran en este mundo. Le dije al comercial que, si el mercado queda en manos de la oferta y de la demanda, sin ninguna regulación, acabaremos por destruir todo nuestro pasado. El comercial, con cierto aire de indiferencia, me dijo: psssss, y qué quiere que yo le haga. Bueno, me llevo la máquina, y que sepa que sólo le devolveremos el cincuenta por ciento del importe: por haberla usado. 


Alberto Villares


Tenéis más viajes en máquinas del tiempo en la entrada de más abajo de este mismo blog.

jueves, 12 de febrero de 2015

Vuestros viajes en el tiempo



Y llegó el jueves y con el jueves vuestros fieles relatos. Están llegando viajes en el tiempo de lo más variopintos. Os animo a que los disfrutéis con su lectura y los comentéis. Aquí iré dejando vuestros enlaces. Mi relato espero que sea concebido esta tarde o a lo más tardar mañana. ¡Salud!









sábado, 7 de febrero de 2015

Este jueves... Máquina del tiempo



Y después de tantas semanas perdido en la vida real, vuelvo a esta vida virtual. La máquina que separa ambos mundos no es otra que un simple ordenador portátil (parece que ya ni los ordenadores desean estar siempre en el mismo sitio), y es la que me lleva hasta vosotras y vosotros. Como voy a llevar esta convocatoria juevera, casi ná, os propongo entrar en una máquina del tiempo (sí, como si existiera), y viajar a la época  o año que más os apetezca: que os encontréis con la persona que siempre quisisteis conocer en persona. ¿Qué le diríais?, ¿intentaríais cambiar el futuro?, ¿o simplemente no diríais nada y os limitaríais a observar? Sería una estancia corta de nos más de veinticuatro horas, así que, ¡aprovechad el tiempo!




Las normas ya tan conocidas no son más que: intentar ser breve para que todos puedan ser leídos, utilizar la fotografía que os propongo o la que más os apetezca, enviar el enlace de vuestro relato (no únicamente el de vuestro blog), y un poquito de ajo y perejil machacao, que le da mu buen sabor a tó.

¡A VIAJAR!