Seguidores

jueves, 18 de julio de 2019

Este jueves... Metamorfosis

(Imagen de la red)


SOY UN CERNÍCALO
(Antiguo relato que me ha parecido oportuno desempolvar) 

Desperté y tenía el cuerpo cubierto de plumas. Era algo extraño, muy extraño. En mi vida me había ocurrido nada igual. Del cuello para abajo tenía el aspecto de un ave de presa: largas plumas remeras en las manos, abanico de timoneras que salían de mi rabadilla, mis pies estaban como escamados y tenían unas garras muy afiladas. El pecho lo tenía cubierto de claras plumas moteadas. Como me gustan las aves, pude adivinar que me había convertido en un cernícalo. Sí, uno de esos que se ciernen sobre los campos en busca de pequeñas presas. 

Como podréis imaginar, ni se me pasó por la cabeza salir a la calle con semejante aspecto. Además mi tamaño también se había reducido considerablemente hasta llegar al tamaño real del ave. Aguanté hasta la noche para meterme otra vez en la cama (en realidad me posé sobre un brazo del sofá), y confiando en despertar al día siguiente habiendo concluido mi metamorfosis. 

Al cabo de ocho horas, pues soy muy dormilón, abandoné mi posadero y de un vuelo me coloqué sobre el lavabo, frente al espejo. Era increíble, no podía creerlo. ¡Ya era un cernícalo completo! Mi cabeza estaba emplumada, mis ojos eran de un negro azabache y, por boca y nariz, tenía un imponente pico. Volé ansioso hasta el salón y allí di varias vueltas en círculo. ¡Cómo me cernía sobre el mando de la tele! Me asustaba de mis propias garras. ¿Y mi vista? ¡Podía leer con perfección un libro colocado a más de diez metros de distancia! 

Pasaron las horas, comencé a sentir hambre y me encontré con un serio problema. Como ya era un cernícalo completo, no podía abrir la nevera ni la puerta del armario de la despensa, la puerta de la calle, abrir una ventana, un grifo, y tampoco utilizar el teléfono para pedir ayuda. Incluso había perdido el habla y tan sólo podía emitir un extraño chillido: kii-kii-kii. 

Llevo así más de tres días y ya sólo deseo despertar una mañana, mirarme al espejo, y comprobar que vuelvo a ser un ser humano. De lo contrario moriré de hambre o de sed. Quién sabe si esta noche, por fin, será la definitiva. 

Alberto Villares


Tienes más Metamorfosis en este mismo blog. Saludos y abrazos múltiples a discreción.

Lista de participantes

(Imagen de Wikipedia)


Y van llegando las Metamorfosis particulares de cada juever@. Sin duda que serán de gran gusto y más provecho. Se las voy sirviendo en la mesa:








domingo, 14 de julio de 2019

Convocatoria juevera

(Imagen de Wikipedia)

Hola amig@s, una semana más, aquí estamos, preparados para darle al intelecto y regurgitar una pizca de creatividad en forma de microrelato. Como me toca coordinar esta convocatoria, me voy a dar el gusto de animarles a escribir sobre... UNA METAMORFOSIS. Desde nuestro ancestro Ovidio hasta animalillos como los anfibios o las mariposas. Las personas también sufrimos cambios, nos metamorfoseamos con el paso de los años, o tras determinadas experiencias que "nos cambian".

(Imagen de la red)

Que cada cual escoja su metamorfosis, y construya un relato de cabo a rabo, o de principio a fin. Estaré encantado de ir recibiendo vuestros trabajos y publicarlos el próximo jueves. 

(Imagen de la red)
Un gran abrazo y feliz semana.

jueves, 4 de julio de 2019

Este jueves... en el cine

Esta semana es nuestro amigo Juan Carlos quien nos guía en esta azarosa tarea de crear sobre papel vacío, ahí es nada. Nos anima a escribir sobre aquellos cines de barrio o de pueblo, que eran los que teníamos antes de la llegada de las grandes superficies comerciales. Aquí dejo mi aportación, que espero sea de agrado y provecho:



CINE DEL PUEBLO 

Ya están todos sentaditos: el Rogelio con la Ricarda, que no sé qué habrá visto en ella; la Purita con ese gañán del Casildo, que si supiera que tiene favorita en el redil; don Genaro, siempre con su bastón de mando y acariciando los muslitos a la sobrinita del boticario, que parece disfrutar provocando al dinosaurio; los quintos también se han metido, supongo que gratis, como pitanza que les da su pueblo… 

Ya estoy preparadito para accionar el proyector, pero me gusta hacerles esperar. Se ponen nerviosos con cada minuto que me excedo de la hora. En una ocasión, me excedí más de cinco minutos, y me acertaron en la cabeza con un cagajón; hoy seré yo quien salga victorioso. A mis pies tengo la artillería pesada: un cenacho repleto de cagajones recién traídos de la cuadra del Alfonsino. 

Eran las cinco y cuatro minutos, y ya se movían sus cabecitas más de la cuenta. Cogí un cagajón con la mano derecha, accioné el proyector con la izquierda… ¡Al Rogelio se la tiro por calzonazos! Con tan mala suerte que le acerté a don Genaro en la mano impúdica. Y es que, cuando me entusiasmo como aquel día, olvido que soy zocato. Y además que me vieron todos: eran las cinco y cinco. 


Alberto Villares.

Tienes muchas más relatos que, si aún no los has leído, te están esperando en el blog ¿Y qué te cuento?