miércoles, 2 de julio de 2014

Este jueves... Un momento especial

Esta semana es nuestro amigo Pepe quien nos propone relatar algún momento especial, real o no, que pueda ser de interés para los internautas, y para el autor o autora, dicho sea de paso. Tenéis más relatos especiales en su blog: Desgranando momentos





UN MOMENTO ESPECIAL 

Hace un par de días que mis hijos trajeron a casa un barreño con hormigas dentro: mira papá, hemos cogido hormigas soldado y obreras, y las hemos metido en este barreño para que luchen como si fueran gladiadores en un circo romano –me dijeron con cierto júbilo en sus rostros. 

En cierto modo, aquello era un poco cruel: habían quitado las antenas a las hormigas soldado para hacerlas enloquecer y luchar entre sí. 

El juego les duró buena parte de la mañana; Después me dejaron allí con el barreño y las hormigas matándose entre ellas… Como los gladiadores. 

Mi mujer me dijo que tirase aquellas hormigas y limpiara el barreño. Yo, mientras tanto, observaba cómo ya sólo quedaban algunas entre los cadáveres de las demás; Algo, dentro de mí, me decía que tenía que detener aquel espectáculo tan horroroso. 

Compré una cajita de palillos y un bote de cola. Fui pegando unos palillos a otros para construir una especie de escalinata, como las de las películas medievales, que permitiera a las hormigas salir de aquel pozo de muerte. 

¿Aún no has limpiado el barreño? –me dijo mi mujer, mientras metía ropa sucia en la lavadora. Estoy en ello cariño, ya casi lo tengo –la respondí, mientras manipulaba los palillos con la precisión de un cirujano. 

Al cabo de un par de horas, había construido una pequeña escalinata. Las hormigas que quedaban iban subiendo por ella. Como algunas no tenían antenas yo las ayudaba con los dedos. Todas consiguieron salir y respiré a fondo al comprobar el resultado de mi hazaña. ¡Las había salvado la vida! 

En aquel momento tan especial para mí, mi mujer cogió el barreño, volcó la escalinata y las hormigas muertas, y se lo llevó para sacar la ropa de la lavadora. 


Alberto Villares

13 comentarios:

  1. Demasiada paciencia tuvo tu mujer, yo no hubiera esperado tanto.

    ResponderEliminar
  2. Nos pensamos que no sufren porque sean pequeñas, pobrecitas.
    Muy original
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Que pena de hormigas, (aunque no me gusten mucho).
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Tu mujer rompió en un segundo tu obra faraónica para salvar a aquellas hormigas de la muerte, ¡pobrecillas! y pobrecillo tú de verlas morir de esa manera. Un texto muy original. Un beso.

    ResponderEliminar
  5. A diferentes escalas, solemos ser -al menos como especie- muy crueles.
    Saludos jueveros.

    ResponderEliminar
  6. Lo que para unos es tan fácil de resolver y sin ninguna importancia, para otros es realmente difícil y traumático ;-)

    ResponderEliminar
  7. Un momento especial trágico.
    Saludos

    ResponderEliminar
  8. Aprecio en tu relato una crueldad absolutamente innecesaria, aunque tus hijos no fueran conscientes de la misma. Un gesto solidario por tu parte y, de nuevo la inconsciencia de alguien que no es capaz de ver las consecuencias de un acto tan simple como vaciar el barreño para sacar la ropa.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Que chuelo y que bien contando, para ellas sería un momento de encontrar la libertad, Todos tenemos nuestros momentos, todos los disfrutados o los vivimos de una manera diferente.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Fantástico. Una historia muy bien hilada, que puede ser una metáfora de lo lentas que son las acciones solidarias que se realizan ante la crueldad y que el utilitarismo no permite terminar. Abrazos.

    ResponderEliminar
  11. te confieso que de muy niño he hecho mostruosidades parecidas a las de tus hijos, inconscientemente claro. Y ya desde hace rato estoy de tu lado, conscientemente claro, ya desde muy chico que no mato ni una cucaracha sin sentido.... ¡grande tu relato Alberto!

    ResponderEliminar
  12. Asi veo el circo en el que nos metieron, y busco que alguien se apiade de tanta hormiga perdida.
    Muy buen relato Alberto.

    ResponderEliminar