Este jueves nos guía por el buen camino nuestra maravillosa y sensacional amiga Charo. Nos propone nada más y nada menos que investiguemos en el túnel, en nuestro túnel interno. Veamos qué ha salido en su blog ¿quieres que te cuente?
AQUEL TÚNEL
Oye, ¿recuerdas cuando nos metimos en aquel túnel?, ¿lo recuerdas? Era uno de esos tramos inacabados de ferrocarril. Las ranas no paraban de cantar en las cunetas encharcadas.
Vaya si lo recuerdo. Menudo susto que nos llevamos. Nunca habíamos visto un bicho así. Bueno, en las películas sí, pero no en realidad. Porque era de verdad, ¿verdad?
Claro que era de verdad. Allí estaba comiendo ranas. Las ranas que íbamos a buscar nosotros. ¿Recuerdas cómo nos gustaban las ancas de rana? Tu madre las cocinaba muy bien. Cuando fuimos al túnel a por ranas ya nos advirtió. ¡Y fíjate! Allí estaba aquel bicho: al fondo del túnel comiendo las ranas que habíamos ido a buscar.
Tú te empeñaste en que lo hiciéramos, ¿o fue tu madre? Además, que fuiste tú quien lo mató. Era feo, vivía sólo y se comía nuestras ranas, pero no era motivo para hacerle aquello.
Bueno, ya no volverá a comerse las ranas del túnel. Ahora las ranas son para nosotros. Ellas cantan y nosotros nos las comemos. Es ley de vida.
Nunca olvidaré el sabor de su carne. Mi madre lo cocinó muy bien. Decía que era la primera vez que cocinaba un bicho así: con tanto pelo, aquella boca y aquello que le salía de la cabeza, ¿lo recuerdas? Mi madre le dio el punto. Vaya si se lo dio.
¿Y ahora?, ¿quién nos va a cocinar las ranas? Nuestras madres ya no están. Además, a mí ya no me gustan las ranas. No las volveré a comer pero te acompañaré a por ellas. ¿Cuándo volveremos al túnel? Qué ganas tengo de volver al túnel.
Alberto Villares
Una historia contada con tanta naturalidad que hasta lo más extraño que pasa suena suave. Pero en el fondo esconde un misterio que no se termina de develar, una muerte de algo que no se sabe bien que es, pero que resulta espeluznante.
ResponderEliminarEl final es impecable! Me encantó leerte.
Un abrazo!
Me quedo con la intriga de saber qué tipo de bicho era aquel. Se me ocurre que no era algo muy ordinario...
ResponderEliminarSaludos.
Un relato de impresionante suspenso. Muy genial el monólogo de las ranitas.
ResponderEliminarSaludos
Interesante tu forma de resolver este túnel y el querer volver a él.
ResponderEliminarUn túnel que se abre a otro y a otro...el de las ranas al bicho, el del bicho a las madres, el de las madres a ellos y ellos que quieren volver haya o no misterio...muy bueno...
ResponderEliminarLos chicos, o el chico, van madurando. Como las pasan de renacuajos a ranas adultas. En realidad desean matar sus miedos.
EliminarTiene razón la compañera, a pesar de la historia que da un poco de miedito,lo cuentas tan natural, que no lo sientes.
ResponderEliminarUn abrazo
Has conseguido crear una atmósfera de misterio que produce sobre todo inquietud y desasosiego. Enhorabuena!
ResponderEliminarGracias por participar. Un beso
Me han dado escalofríos y me he quedado muy intrigada. un diálogo inquietante.
ResponderEliminarbesos
El cambio es inevitable, nos guste o no todos lo vivimos y lo sufrimos, de una u otra forma, es la vida. Intrigante forma.
ResponderEliminarBesos.
Además de que las ranas son riquísimas , muy sabrosa ha estado tu historia amigo Alberto!
ResponderEliminarDios mío, qué bicho era aquel que comía ranas, por un momento pensé que era un hombre al que mataron jajaja. Me has llevado por donde has querido. Muy bueno ;-)
ResponderEliminarBueno desvelaré qué bicho era. La verdad que su aspecto queda para la imaginación de cada lector. Para mí era una especie de fauno. Y ahora que cada cual se imagine todos los faunos que el mundo del cine nos ha presentado ;-)
ResponderEliminarParece una conversación de niños que repiten las preguntas y las respuestas, corre con naturalidad incluso la idea de la muerte pero no es tan inocente verdad?, hay algo horroroso en la muerte de ese ser, de cualquier ser
ResponderEliminarMuy buen relato Alberto, un disfrute!
Recuerdo que de pequeño comía a menudo ancas de rana. Mi padre las cazaba por la noche encandilándolas con linternas. Por el camino siempre nos encontramos monstruos que amenazan con destruir aquellas cosas que nos gustan y tenemos que enfrentarlos y acabar con ellos para seguir caminando.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
me interesa lo que has dejado para la imaginación, a modo de allá te las compongas, lector, y pon imaginación...es una manera de permitir al lector añadir texto al texto..ah, y hablo del monstruo...
ResponderEliminarmedio beso.
Me trajo recuerdos de la infancia, donde cada verano saliamos a buscar ranas para hacerlas nuestras mascotas y jugar con ellas, después al final del verano las soltábamos y así el cuento tenía un final feliz :)
ResponderEliminarCariños para ti.
mar