BON APÉTTIT
Una mañana primaveral, me encontraba dando un paseo con mi amigo Godofredo (nombre ficticio para preservar su identidad) por una calle pintoresca de una ciudad apacible (nada de chovinismos). Tras el agradable paseo, seguimos la jornada pensando dónde podríamos apaciguar nuestras ruidosas entrañas. Entramos en un mesón especializado en cocer cocidos. Yo tuve claro lo que pediría: cocido. En cambio, Godofredo se empeñó en pedir pato a la sangre (canard au sang), que había probado en París. “Caballero, aquí sólo cocemos cocido…” le dijo el camarero, cuando Godofredo puso sobre la mesa un taco de billetes de cincuenta euros. En ése momento, el camarero buscó a la chef. La chef entró en las cocinas y dijo: “un taco de billetes de cincuenta euros para quien cocine un pato a la sangre. Compré uno ayer y está en la nevera pequeña que tiene el imán con forma de pato”. En la cocina había un pinche marroquí que había trabajado en París. El caso es que, Said, que así se llamaba, cocinó un sabroso pato a la sangre; se ganó un taco de billetes de cincuenta euros y lo repartió entre su familia para seguir trabajando de pinche. La chef, quedó satisfecha por haber cumplido con lo que más le gustaba: satisfacer al cliente. Godofredo se chupó los dedos y se gastó una pasta en ello. Y yo, no pude hacer menos que escribir un relato que pudo ser ficticio.
Alberto Villares
Tienes más relatos gastronómicos, o no, en la casa de "Matices en la vida"
Pues hijo, a mí eso de pato a la sangre me echa para atrás, no sabes de qué manera, pero para gustos colores.
ResponderEliminarPienso que el mejor parado fuiste tú que te tomaste un cocido y encima sacaste un relato.
Jaaa la historia tiene miga , como siempre se dice en cuestión de gustos no nada escrito pero Pato a la sangre en mi vida lo escuchado ajaja no ves una cosa nueva que acabo de aprender , eso si el cocido me rechifla , bueno amigo a parte de anecdotas tú relato me ha gustado bien dirigido y con un toque culinario que de eso se trataba el relato .
ResponderEliminarUn abrazo y te deseo un feliz día.
Vamos que nada como un cocidito bien hecho y mucho más barato, donde va a parar que ese pato tan sofisticado. Muy bueno si señor.
ResponderEliminarBesos.
Jajajaja! No hay nada como comer un buen cocido en una ciudad apacible y Godofredo qué fino..."canard au sang" que no tengo ni idea si existirá pero no me llama nada de nada.
ResponderEliminarMe alegro de que las musas te sigan visitando, a mí en cambio me han abandonado...
Un besazo!
Yo tambien soy de las que se quedan con el cocido, porque de pensar que algo pueda llevar sangre....Muy buen relato. Besos.
ResponderEliminarInteresante que consigue lo que quiere Godofredo [nombre ficticio para preservar su identidad], me gustó mucho, Alberto.
ResponderEliminarUn beso
Después de todo, los gustos hay que dárselos en vida, dicen jeje Un abrazo
ResponderEliminarMuy chulo
ResponderEliminarUn ejemplo más de que con dinero puedes conseguir lo que te de la gana y de que muchos no tienen el trabajo para el que están capacitados.
ResponderEliminarUn saludo.
Alguien pidió que le cocinaran un pato salvaje y al no tener un Said en la cocina, le propusieron que podían cabrearle una gallina. No gastó mucho, pero se conformó.
ResponderEliminarsaludos.
Maldad la tuya, con eso que si es de verdad o no lo es. Que ahora mismo, tengo acá listo un fajo de veinte euritos de a uno, para que me prepares un cocido madrileño de esos que OS enloquecen.
ResponderEliminarbesos crudos.
Mmmm con lo rico que está el cocido y se le ocurre pedir a tu amigo pato ¿a la sangre? agggg a la sangre.
ResponderEliminarBesos.
Jajá, magnífico sentido del humor, como es habitual. Mira por donde esta mañana vi a un Said que conozco, aunque no le imagino de pinche, es albañil.
ResponderEliminarBueno, final feliz. ¿Qué tal el cocido (si no fue ficticio)?
Un abrazo.
¡Hola! Curioso relato, un poco de dinero y se le van los principios al chef. La verdad es que nunca había escuchado del plato, pero me da curiosidad y cosita a la vez, así que buscaré en Google XD
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Hola,
ResponderEliminarMe parece que Godofredo sabe mucho del gourmet de la elegancia parisina. Pero digo, con ese manojo de billetes, se dio el gustaso de embutirse semejante platillo, no estando en París. Muy bien por Said, y a a tu amigo por haberte inspirado tan original relato.
Saluditos.
ayy pero que fino el Godofredo...Yo seguro que si tengo un amigo asi, pido una papas fritas con kétchup y me cambio de mesa...solo de pensar en algo a la sangree puajjj!!!
ResponderEliminarBesosssss...feliz fin de semana, con o sin cocido...
Jolines con Godofredo, que caprichosillo! Yo soy mas de cocido, como tú jajajjaja.
ResponderEliminarBesos
Jolines con Godofredo, que caprichosillo! Yo soy mas de cocido, como tú jajajjaja.
ResponderEliminarBesos
Vamos que no tiene mucha clase poner un fajo de billetes en la mesa para exigirle a alguien!
ResponderEliminarMe gusto el relato!!
Abrazo
Un poquito excéntrico el amigo... bueno, esta vez se salió con la suya, tuvo suerte.
ResponderEliminarGracias por acompañarme!!
A quien se le ocurre pedir un pato a la sangre en un sitio donde lo típico es el cocido, es como pedir tortilla de patatas en un tres estrellas parisino.
ResponderEliminarEl dinero compra hasta dignidades. ¡¡Triste!!.
Un abrazo.
gracias por tu visita, Alberto.
ResponderEliminary gracias por esta sonrisa que me despertaron las musas que te dictaron este relato!