sábado, 14 de diciembre de 2013

El mundo se acaba y alguien lo sabe.

ANTES DEL PARTIDO
“Hola, me llamo Paco y le llamaba para decirle que el mundo se acabará esta tarde. Concretamente antes del partido de fútbol. Me lo ha dicho mi vecino Andrés hace apenas dos horas”. El policía que estaba al otro lado del teléfono optó por colgarme.

Esta mañana, Andrés y yo estábamos dejando el coche al mismo tiempo en la calle de enfrente del portal. Se acercó a mí con paso lento, brazos pegados al tronco, boca abierta y mirada perdida. Paco, tengo que decirte que el mundo se acabará esta tarde antes del partido de fútbol. Ya sé que suena extremadamente increíble, pero es cierto. Os quiero.

El caso es que le di total credibilidad. Andrés siempre ha sido un hombre muy bromista y campechano, pero con estas cosas no se anda con bromas. Si Andrés me ha dicho que el mundo se acaba antes del partido de esta noche es que se acaba antes del partido de esta noche.

Cuando subí a casa y se lo conté a Julia, mi mujer, me miró durante cinco segundos y dejó todo lo que estaba haciendo. Apagó los fuegos de la cocina para evitar que se nos quemara la casa en nuestra ausencia. Cogió un gran neceser y la ropa imprescindible. Se puso las mejores galas y se pintó de un modo muy sensual. Si vamos a morir todos al menos lo haremos con la cabeza bien alta, me dijo.
 
Los niños estaban en la academia de idiomas. Tenían un examen muy importante para el que llevaban semanas estudiando. Pensaban que sin idiomas no vas a ninguna parte. Como era un examen tan importante para ellos decidimos esperar a que salieran y nos contaran qué tal les había salido.

Más tarde, desde la ventana del salón, observé por detrás de la cortina que Andrés aún no se había marchado. Me pareció extraño que sólo me lo hubiera confesado a mí, por lo que estuvimos pensando en la posibilidad de contárselo a todos los vecinos. Paco, ¿se lo voy diciendo a tus padres?, me dijo Julia. Mejor no, que conociendo a mi madre se moriría del susto, la respondí.

Decidí subir a casa de Andrés para preguntarle. Llamé al timbre y me abrió con una indumentaria que jamás habría imaginado. Llevaba una túnica larga de color negro y con estrellas azules bordadas, un sombrero puntiagudo también de color negro y con estrellitas azules bordadas. Tenía la misma cara de pasmado de esta mañana, y llevaba una bola de cristal sobre su brazo derecho. Me arrepentí de preguntarle nada y opté por pedirle un par de huevos que nos faltaban para hacer una tortilla de patata.
 
Bajé a casa con los huevos de Andrés en la mano y le dije a Julia que antes de marcharnos podríamos hacer una tortilla de patata. Los niños estaban de acuerdo. El partido de fútbol estaba a punto de comenzar y el cielo comenzó a teñirse de un rojo fuego. Toda la gente salió a la calle con cara de asombro. Y así, sentados frente al televisor, disfrutábamos de una excelente tortilla mientras veíamos cómo todo se iba apagando poco a poco…, poco a poco.

Alberto Villares.

3 comentarios:

  1. En realidad el mundo recién comienza..... ¡saludos Alberto!

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  2. Ja,ja....Qué mejor manera de acabar el mundo que comiendo una tortilla de patatas! Buena gana de rasgarnos las vestiduras, lo mejor es tomárselo con normalidad como lo personajes de tu relato, que incluso dejan que los niños acaben el examen de inglés.Me gusta el tono de humor que le has dado porque total...tampoco es para tanto no?
    Besitos

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  3. Se me había pasado por alto, mejor porque así lo conocí ayer de viva voz. Como dijimos, delicioso, divertido. Ayer lo pasé por la gente de casa para que lo disfrutaran.
    Saludos, compañero.

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